Dos poemas,
Rosario Castellanos.
Por: Daniel
Méndez y Andrés Campos
Daniel Campos
Aquí
vine a saberlo. Después de andar golpeándome
como agua entre las piedras y de alzar roncos
gritos
de agua que cae despedazada y rota
he venido a quedarme aquí ya sin lamento.
En mi casa, colmena donde la
única abeja
volando es el silencio,
la soledad ocupa los sillones
y revuelve las sabanas del
lecho
y abre el libro en la pagina
donde está escrito el nombre
de mi duelo.
Hablo
no por la boca de mis heridas. Hablo
con mis primeros labios. Las palabras
ya no se disuelven como hiel en la lengua.
La soledad me pide, para
saciarse, lagrimas
y me espera en el fondo de
todos los espejos
y cierra con cuidado las
ventanas
para que no entre el cielo.
Vine
a saberlo aquí: el amor no es la hoguera
para
arrojar en ella nuestros días
a
que ardan como leños resecos u hojarasca.
Soledad, mi enemiga. Se
levanta
como una espada a herirme,
como soga
a ceñir mi garganta.
Mientras
escribo escucho
cómo
crepita en mi la ultima chispa
de
un extinguido infierno.
Ya
no tengo más fuego que el de está ciega lámpara
que
camina tanteando, pegada a la pared
y
tiembla a la amenaza del aire más ligero.
Yo no soy la que toma
en su inocencia el agua;
no soy la que amanece con las
nubes
ni la hiedra subiendo por las
bardas.
Estoy sola: rodeada de paredes
y puertas clausuradas;
sola para partir el pan sobre
la mesa,
sola en la hora de encender
las lámparas,
sola para decir la oración de
la noche
y para recibir la visita del
diablo.
Si
muriera esta noche
sería
solo como abrir la mano,
como
cuando los niños la abren ante su madre
para
mostrarla limpia, limpia de tan vacía.
A veces mi enemiga se
abalanza
con los puños cerrados
y pregunta y pregunta hasta
quedarse ronca
y me ata con los garfios de
un obstinado dialogo.
Yo callaré algún día; pero
antes habré dicho
que el hombre que camina por
la calle es mi hermano,
que estoy en donde está
la mujer de atributos
vegetales.
Nada
me llevo. Tuve sólo un hueco
que
no se colmo nunca. Tuve arena
resbalando
en mis dedos. Tuve un gesto
crispado
y tenso. Todo lo he perdido.
Nadie con mi enemiga, me
condene
como a una isla inerte entre
los mares.
Nadie mienta diciendo que no
luche contra ella
hasta la ultima gota de mi
sangre.
Mas allá de mi piel y más
adentro
de mis huesos he amado.
Más allá de mi boca y sus
palabras,
del nudo de mi sexo
atormentado.
Todo
se queda aquí: la tierra, las pezuñas
que
la huellan, los belfos que la triscan,
los
pájaros llamándose de una enramada a otra,
ese
cielo quebrado que es el mar, las gaviotas
con
sus alas en viaje,
las
cartas que volaban también y que murieron
estranguladas
con listones viejos.
Yo no voy a morir de
enfermedad
ni de vejez, de angustia o de
cansancio.
Voy a morirme de amor, voy a
entregarme
al más hondo regazo.
Todo
se queda aquí: he venido a saber
que
no era mío nada: ni el trigo, ni la
estrella,
ni
su voz, ni su cuerpo, ni mi cuerpo.
Yo no tendré vergüenza de estás
manos vacías
ni de está celda hermética
que se llama Rosario.
En los labios del viento he
de llamarme
árbol de muchos pájaros.
Que
mi cuerpo era un árbol, y el dueño de los arboles
no
es su sombra, es el viento.
sobre el autor: Rosario Castellanos Figueroa nació en la ciudad de México en mayo de 1925 y murió en Tel Aviv, Israel, en agosto de 1974. Su infancia y parte de su adolescencia la vivió en Comitàn y en San Cristobal de las Casas, Chiapas. Posteriormente emigró a la cuidad de México donde, en 1950, se graduó como maestra en filosofía en la UNAM. A principios de los años cincuentas realizó estudios de estética y estilìstica en la universidad de Madrid. A su regreso de Europa impartió cursos en universidades mexicanas y estadounidenses.
Radicó un tiempo en Chiapas, durante el cual fue promotora cultural del Instituto Chiapaneco de la Cultura y el Instituto Nacional Indigenista, directora de un grupo de teatro Tzeltal-tzotzil, directora de Información y Prensa de la UNAM, secretaria del Pen Club (asociación de escritores a nivel mundial, con sede en París) y embajadora de México en Israel. Para comprender mejor a Rosario Castellanos y su obra debemos recordar que ambas se desarrollaron en un tiempo de conflictos mundiales y de ideologías radicalizadas: la lucha entre Oriente y Occidente, entre el Comunismo y el Capitalismo, entre la Unión Soviética y Estados Unidos, y los problemas irresueltos de de etnicidad y territorialidad en el Medio Oriente. Es por eso que quizá la soledad se convierte en una de sus musas.
biografìa de aquì.
Sobre las voces: Daniel Mèndez y Andrès Campos.
Este viernes fue muy especial, porque contamos con dos voces, Daniel y Campos, ambos booktubers, compañeros de lecturas y mexicanos.
Daniel radica en Guadalajara y es estudiante de preparatoria, su canal de Youtube Viviendo entre libros cuenta con màs de los 7 mil suscriptores y alrededor de 100 mil reproducciones. Andrès vive en Sinaloa, comparte el placer por la lectura con sus suscriptores desde marzo del 2013, su canal lleva por nombre Campos Books y en él podemos encontrar un video nuevo casi cada semana.
Ambos hacen un excelente trabajo, compartiendo su tiempo para la escuela, tareas, amigos, su canal de Youtube y más actividades relacionadas con la literatura, sin duda tienes que seguirlos y ver sus mejores videos.
Recomendación:
Dos poemas, pertenece al libro meditación en el umbral, dicho libro es una antología poética en la cual también encontramos:
Destino
Matamos lo que amamos. Lo demás
no ha estado vivo nunca.
Ninguno está tan cerca. A ningún otro hiere
un olvido, una ausencia, a veces menos.
Matamos lo que amamos. ¡Que cese esta asfixia
de respirar con un pulmón ajeno!
El aire no es bastante
para los dos. Y no basta la tierra
para los cuerpos juntos
y la ración de la esperanza es poca
y el dolor no se puede compartir.
El hombre es anima de soledades,
ciervo con una flecha en el ijar
que huye y se desangra.
Ah, pero el odio, su fijeza insomne
de pupilas de vidrio; su actitud
que es a la vez reposo y amenaza.
El ciervo va a beber y en el agua aparece
el reflejo del tigre.
El ciervo bebe el agua y la imagen. Se vuelve
-antes que lo devoren- (cómplice, fascinado)
igual a su enemigo.
Damos la vida sólo a lo que odiamos
Dos Meditaciones
Considera, alma mía, esta textura
Áspera al tacto, a la que llaman vida.
Repara en tantos hilos tan sabiamente unidos
Y en el color, sombrío pero noble,
Firme, y donde ha esparcido su resplandor el rojo.
Piensa en la tejedora; en su paciencia
Para recomenzar
Una tarea siempre inacabada.
Y odia después, si puedes.
II
Hombrecito, ¿qué quieres hacer con tu cabeza?
¿Atar al mundo, al loco, loco y furioso mundo?
¿Castrar al potro Dios?
Pero Dios rompe el freno y continua engendrando
Magníficas criaturas,
Seres salvajes cuyos alaridos
Rompen esta campana de cristal.
Dos poemas, pertenece al libro meditación en el umbral, dicho libro es una antología poética en la cual también encontramos:
Destino
Matamos lo que amamos. Lo demás
no ha estado vivo nunca.
Ninguno está tan cerca. A ningún otro hiere
un olvido, una ausencia, a veces menos.
Matamos lo que amamos. ¡Que cese esta asfixia
de respirar con un pulmón ajeno!
El aire no es bastante
para los dos. Y no basta la tierra
para los cuerpos juntos
y la ración de la esperanza es poca
y el dolor no se puede compartir.
El hombre es anima de soledades,
ciervo con una flecha en el ijar
que huye y se desangra.
Ah, pero el odio, su fijeza insomne
de pupilas de vidrio; su actitud
que es a la vez reposo y amenaza.
El ciervo va a beber y en el agua aparece
el reflejo del tigre.
El ciervo bebe el agua y la imagen. Se vuelve
-antes que lo devoren- (cómplice, fascinado)
igual a su enemigo.
Damos la vida sólo a lo que odiamos
Dos Meditaciones
Considera, alma mía, esta textura
Áspera al tacto, a la que llaman vida.
Repara en tantos hilos tan sabiamente unidos
Y en el color, sombrío pero noble,
Firme, y donde ha esparcido su resplandor el rojo.
Piensa en la tejedora; en su paciencia
Para recomenzar
Una tarea siempre inacabada.
Y odia después, si puedes.
II
Hombrecito, ¿qué quieres hacer con tu cabeza?
¿Atar al mundo, al loco, loco y furioso mundo?
¿Castrar al potro Dios?
Pero Dios rompe el freno y continua engendrando
Magníficas criaturas,
Seres salvajes cuyos alaridos
Rompen esta campana de cristal.
Meditación en el umbral (fragmento)
No, no es la solución tirarse bajo un tren como
la Ana de Tolstoi ni apurar el arsénico de Madame
Bovary ni aguardar en los páramos de Ávila la visita
del ángel con venablo antes de liarse el manto a
la cabeza y comenzar a actuar. Ni concluir las leyes
geométricas contando las vigas de la celda de castigo
como lo hizo Sor Juana. No es la solución escribir,
mientras llegan las visitas, en la sala de estar de la
familia Austen ni encerrarse en el ático de alguna
residencia de la Nueva Inglaterra y soñar, con la
Biblia de los Dickinson, debajo de una almohada
de soltera. Debe haber otro modo que no se llame
Safo ni Mesalina ni María Egipciaca ni Magdalena ni
Clemencia Isaura. Otro modo de ser humano y libre.Otro modo de ser.
la Ana de Tolstoi ni apurar el arsénico de Madame
Bovary ni aguardar en los páramos de Ávila la visita
del ángel con venablo antes de liarse el manto a
la cabeza y comenzar a actuar. Ni concluir las leyes
geométricas contando las vigas de la celda de castigo
como lo hizo Sor Juana. No es la solución escribir,
mientras llegan las visitas, en la sala de estar de la
familia Austen ni encerrarse en el ático de alguna
residencia de la Nueva Inglaterra y soñar, con la
Biblia de los Dickinson, debajo de una almohada
de soltera. Debe haber otro modo que no se llame
Safo ni Mesalina ni María Egipciaca ni Magdalena ni
Clemencia Isaura. Otro modo de ser humano y libre.Otro modo de ser.
Por mi parte es todo, nos seguimos leyendo, los quiero<3